Aunque se le conoció principalmente en el rol de entrenador de caballos de carreras, el perenne entusiasmo que distinguió a Luis Humberto Farrugia desde muy joven lo condujo a activarse en distintas ramas, al tiempo que hacía del análisis lógico y el sentido común las herramientas apropiadas para el logro de cuantos objetivos se propuso.
Escribía y hablaba inglés a la perfección, fue locutor, periodista, laboró por mucho tiempo en los casinos, fue dirigente de la Sociedad de Dueños de Caballos, importador y criador de caballos, entre otras. No hubo empresa en la que él estuviera involucrado que fracasara.
En la calle 18 Oeste, en donde pasó gran parte de su infancia y juventud, aprendió el juego de béisbol el que le permitió ganarse mucha popularidad en el sector. Aparentemente, sin un rumbo fijo todavía, trasciende los diamantes de Santa Ana y El Chorrillo para enrolarse, poco tiempo después, en el no menos fuerte y aguerrido juego del fútbol, en el que haciendo las veces de portero de la selección del colegio La Salle dejó sentada su determinación y aplomo en la cancha de juego.
El avance del tiempo y las circunstancias propias de la evolución humana hicieron que las canchas de juegos se disipararan de sus actividades diarias para emprender la marcha con destino a la formación del hombre, el esposo, el padre de familia y el profesional.
En la calle 18 Oeste, en donde pasó gran parte de su infancia y juventud, aprendió el juego de béisbol el que le permitió ganarse mucha popularidad en el sector.